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martes, 26 de abril de 2011

Dieciocho años después, el Madrid campeón de Copa

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Ese es el tiempo que ha tenido que esperar el Real Madrid para volver a levantar una Copa del Rey, un trofeo que se les resistía desde 1993; codiciado por su capitán, Casillas - es el único que le faltaba en su palmarés - y su presidente, Florentino Pérez, que había perdido dos finales en su etapa anterior. El escenario, el soñado: en un Mestalla lleno hasta la bandera y frente al rival de siempre, el Barça, el equipo que venía dominando el fútbol español en los últimos años.

El Real Madrid celebró la Copa
dieciocho años después.
El partido fue igualadísimo, con un tiempo para cada uno. Muy bien el Madrid en el primer tiempo, con Ozil, Di María y Cristiano presionando muy arriba la salida de balón de los azulgrana, y Pepe, clave, llevando la presión a tres cuartos de campo rival. A Mourinho le salió bien la apuesta. El Barça nunca se sintió cómodo y apenas llegó a inquietar a Casillas, mientras el Madrid dispuso de alguna buena ocasión de Cristiano y sobre todo un remate de Pepe al palo que medio estadió cantó como gol mientras el balón se paseaba por el área pequeña de Pinto. Sin embargo, en el segundo tiempo, el cuadro cambió por completo. El Barça volvió a ser el Barça, y tocó con rapidez ante un medio campo que perdió fuelle en la presión y que siempre llegaba tarde. La presión habitual de los azulgrana obligó al Madrid a recular y regalar casi por completo la posesión, y ni siquiera la salida de Adebayor - en un claro intento por aguantar el balón y dar salida al equipo - pareció dar resultado. Con este panorama, el segundo acto se convirtió en un asedio, mientras el Madrid acumulaba jugadores en la frontal del área y se defendía con orden para salir a la contra.

Llegados a este punto, Casillas fue - una vez más - clave, al sacar manos milagrosas a remates de Pedro, Iniesta y Messi, aunque Pinto también se lució a disparo de Di María, y Cristiano estuvo a punto de hacer el primero tras una galopada impresionante a pase de Xabi Alonso. Se podía ver más claramente que nunca los dos estilos diferentes que predican los dos clubes más poderosos del momento: El Barça tocaba y tocaba, con paciencia, mientras el Madrid defendía y contratacaba con un fútbol rápido y vertical. Y con la sensación de que podía pasar cualquier cosa, llegó la prórroga.

El cansancio empezó a hacerse notar, y el partido se abrió aún más, hasta que una pared entre Marcelo - para mí uno de los jugadores más desequilibrantes de este Madrid - y Di María, ante un cansado Dani Alves, que pareció girarse como a cámara lenta, acabó en un gran centro del argentino para que Cristiano se elevara y marcando perfectamente todos los tiempos batiera a Pinto decidiendo la final. El Barça, tocado, cansado, sacó su orgullo y lo intentó hasta el final. Siempre dió la cara, como los grandes campeones, pero ahora el nuevo campeón es el Real Madrid, y Cibeles volvió a ver una imagen que no se repetía desde hace dieciocho años. La espera mereció la pena.

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