La evolución de la carrera de Gaizka Mendieta (Bilbao, 1974) resultó sorprendente, por su explosión, algo tarde para lo que es habitual, y su caída tan rápida. Debutó en Primera División con el Valencia, con tan sólo 20 años, y en sus primeras temporadas en la máxima categoría se mostró como un jugador polivalente, aplicado, que solía jugar como lateral o en diversas posiciones del medio campo. Un buen jugador, pero sin sobresalir especialmente. No fue hasta los 25 años que su carrera y su forma de jugar dieron un giro considerable.
Con el Valencia disputó dos finales
de Champions.
Con la llegada de Claudio Ranieri al banquillo del Valencia, Mendieta ganó en libertad ofensiva en el medio campo y se destapó como un excelente llegador. A su polivalencia, trabajo en el medio campo, y su buen criterio en la circulación, Mendieta añadió una cifra cercana a los quince goles por temporada; también era un gran especialista en las jugadas a balón parado, con una habilidad especial para lanzar penalties. Aquél año, 1999, Mendieta dejó perlas inolvidables como el gol al Atlético de Madrid en la final de Copa tras un sombrero espectacular, o el gol de volea al Barça en el Camp Nou. Con su rendimiento, pronto se convirtió en la referencia del Valencia, el capitán, la figura sobre la cual giraba todo el juego del conjunto ché, que además completó una de las épocas más brillantes de su historia reciente, al ganar la Copa del Rey, y llegar por dos veces consecutivas a la final de la Liga de Campeones, que sin embargo perdió. El nivel de Mendieta también lo llevó a convertirse en indiscutible de la selección española, disputando la Eurocopa del 2000 y el Mundial, en 2002.
En el Lazio no alcanzó el nivel
que se esperaba.
El centrocampista vasco era ya por entonces uno de los más codiciados del continente. El Real Madrid fue el primero en interesarse por su fichaje, pero la cifra de 24 millones de Euros no convenció al Valencia; al final, el Lazio se llevó al jugador, tras pagar una cifra que rondó los 40 millones de Euros, batiendo el récord de traspaso por un jugador español hasta ese momento. Sin embargo, aquél fichaje supuso el comienzo del fin de Mendieta. En Italia no consiguió el protagonismo que tenía en Valencia, y su rendimiento fue muy pobre: sólo veinte partidos y ningún gol. Sólo un año después regresó a España para jugar en el Barcelona por petición de Van Gaal, pero su juego fue más bien discreto, y el mal momento del equipo azulgrana no ayudó. Al finalizar su cesión fue traspasado al Middlesbrough inglés, dónde jugó cuatro temporadas sin encontrar tampoco el nivel que tuvo antes de su multimillonario traspaso. Siempre tuve la impresión de que el problema de Mendieta fue mental, de confianza; mientras en Valencia tenía el respaldo de sentirse el futbolista más importante del equipo, ese estatus nunca lo alcanzó en sus otros equipos, y esa falta de confianza le impidió alcanzar el excelente nivel que había exhibido en el conjunto valencianista.
No hay comentarios:
Publicar un comentario