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jueves, 12 de enero de 2012

El racismo vuelve a salpicar al fútbol

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Luis Suárez, ocho partidos de sanción por el caso Evra
El caso Luis Suárez ha despertado
sensibilidades con el racismo.
La polvareda levantada en Inglaterra por el caso Luis Suárez - el delantero del Liverpool sancionado con 8 partidos y 40000 Libras de multa por proferir insultos racistas al francés del Manchester United, Patrice Evra - no parece acabarse. La prensa británica se ha hecho eco estos días de un nuevo caso que vuelve afectar al equipo de Anfield. El problema de todos éstos casos de racismo es que, además de dañar la imagen del fútbol, levantan   una sensibilidad generalizada entre prensa y aficionados que convierte cualquier atisbo de racismo en un caso de portada nacional.

Tal vez por razones históricas, Inglaterra es un país muy sensibilizado con el tema del racismo, y demuestra que se lo toman en serio. La sanción a Luis Suárez es ejemplar, y me cuesta imaginar que en España existiría la misma mano dura en un tema así. Para añadir más leña al fuego, el nuevo caso ha vuelto a afectar una vez más al Liverpool, ésta vez por un aficionado que insultó a un jugador del modesto Oldham en la jornada de la Cup disputada el pasado fin de semana. El club, que ha mostrado una actitud ejemplar al no recurrir la sanción sobre su delantero, ha ayudado también a identificar al aficionado, que ha sido detenido por la policía

El problema de éstos casos es que el daño que hacen a la imagen del fútbol, va más allá de un simple incidente. Levantan una sensibilidad general entre todos durante un tiempo, y la prensa se hace eco con facilidad de cualquier hecho, por lo que el efecto se multiplica. Como ejemplo, el típico "uh, uh, uh" que escuchó Dani Alves el pasado fin de semana - y que estoy seguro se oye en todos y cada uno de los estadios españoles - provocaron las preguntas obligadas de los periodistas de Canal+ que retransmitían el partido. Que en los campos de fútbol hay idiotas de todos los colores es una realidad, y que seguirá habiéndolos al menos a medio plazo, también. Para cambiarlo, los clubes deben ser los primeros en sancionar, condenar y prohibir la entrada a estos individuos, dejando así claro que no se les quiere en los estadios. Pero en lugar de eso, prefieren decir aquello de esta boca no es mía y mirar para otro lado, no vaya a ser que se pierda una voz en el campo. Parece que cuanto más idiota, más ganso y más gritón, más invulnerabilidad te conceden.

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