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lunes, 7 de mayo de 2012

Sobre las quejas arbitrales del Granada

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El penalty absurdo del Granada
que cambió el partido.
Ocurre demasiado a menudo que cuando un equipo pierde, se tienden a buscar excusas que justifiquen la derrota. Justificaciones para evitar la autocrítica. No negaré que los árbitros son mejorables, y que también hay muchas cosas que cambiar en el arbitraje actual, pero analizando un poco los motivos, las quejas del Granada del otro día me parecen más producto de la impotencia, de verse en una situación delicada y no ser capaz de salir de ella. Observo una ceguera notable en el equipo rojiblanco, empezando por su presidente, y siguiendo por sus jugadores. Os cuento por qué.

Las declaraciones de Quique Pina, máximo mandatario del Granada, levantando sospechas acerca de la procedencia - zaragozana - del trío arbitral me parecen oportunistas. Los clubes conocen las designaciones arbitrales desde días antes del partido; si hubiese tenido algún problema con el origen del colegiado, era tan sencillo como haber solicitado un cambio. Por otra parte, nunca se ha considerado la ciudad de procedencia de un colegiado como motivo para evitar designaciones, más allá de no arbitrar a un equipo de la misma región. Si Pina, o cualquier otro dirigente de Primera, tiene sospechas de que el origen del colegiado puede ser motivo de un arbitraje premeditado, entonces debería haberse quejado mucho antes para cambiar la normativa de designaciones. Pero claro, aquí los problemas sólo existen cuando nos fastidian, y mientras tanto, todo es idílico y maravilloso. Oportunista, como casi todo lo que rodea a las quejas arbitrales.

En cuanto a la que se lió en el césped al final del partido, me pareció más producto de la impotencia que de otra cosa, insisto. Porque el Granada tenía el partido en la mano y lo regaló. Pero no por los errores del árbitro, sino los suyos propios. El penalty de Moisés Hurtado a Cristiano Ronaldo es tan estúpido como claro. La cara de sorpresa del jugador es, valga la redundancia, sorprendente. No mira en ningún momento al balón y agarra, placa al adversario hasta tirarlo al suelo. Penalty absurdo, innecesario, que cambió el partido y que fue fruto de un error infantil del Granada. Luego, se puede discutir si el árbitro debió dejar sacar un córner más o no, pero la reacción de los jugadores me pareció del todo desproporcionada. Supongo que mucho habrá tenido que ver la tensión del momento, pero después, ya con la cabeza más fría, sería conveniente que todos hicieramos más autocrítica y reconociéramos los errores propios, en lugar de andar buscando las mismas justificaciones de siempre.

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