Arabia Saudí consiguió, en 1994, clasificarse por primera vez en su historia para la fase final de un Mundial. Sin embargo, a pesar del éxito sin precedentes, la trayectoria del equipo asiático para aquél campeonato fue curiosa; tres entrenadores pasaron por su banquillo pocas semanas antes de su debut mundialista. El brasileño José Cándido logró la clasificicación, y sin embargo fue despedido; el holandés Leo Beenhakker - ex-entrenador del Real Madrid - lo relevó en el cargo y sólo duró seis semanas - se comentaba que la lista para el Mundial no era del agrado del príncipe saudí, Faisal - y finalmente Jorge Solari - padre del ex-jugador de Atlético y Real Madrid entre otros - fue quien ocupó el puesto. Ni que decir tiene que nadie apostaba un duro por el combinado árabe. Encuadrada en el Grupo F, junto a Holanda, Bélgica y Marruecos, parecía poco probable que pudieran clasificarse.
Dos años despúes de su gran gol, se destaparía un gran escándalo alrededor de la figura de Owairan, cuando fue visto en un club nocturno con chicas de origen ruso. Arabia Saudí es uno de los países más estrictos en el cumplimiento de la "ley coránica", y el jugador fue sancionado con ocho meses de inhabilitación por aquello. Tras el escándalo, su imagen decayó, aunque siguió jugando a buen nivel algunos años más, consiguiendo de nuevo en 1998 la clasificación para el Mundial de Francia. Muchos esperaban de nuevo al gran Al-Owairan, pero ésta vez el milagro no fue posible y Arabia cayó en primera ronda. El jugador se retiró en 1999 a los 32 años, y aunque nunca llegó a jugar en una liga de primer nivel, con su gol escribió una página brillante de la historia de la Copa del Mundo y una de las más memorables del fútbol árabe.
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