En un gran escenario para sumar su trigésimosegunda Liga, el Real Madrid se proclamó matemáticamente campeón tras derrotar al Athletic de Bilbao en San Mamés por 0-3. Partido sin mucha historia y a la vez con toda la del mundo. Sin historia, porque un Madrid vestido de gala lució sus señas de identidad de la era Mourinho, esa que le permite poner tierra de por medio con una facilidad pasmosa, y antes de que el rival tenga tiempo de ni tan siquiera pestañear. Y porque el Athletic hace tiempo que esto de la Liga se le viene haciendo largo, y anda pensando en otros menesteres. No hubo mucho partido, pero sí historia, porque éste título permite al equipo blanco romper una hegemonía azulgrana que se extendía a los tres últimos años en España e incluso en Europa. La prioridad del Madrid cuando contrató a Mourinho era derribar el muro a toda costa, y hoy, por fin, puede decir que ese muro ha caído.
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Desde el análisis y desde los números, el título blanco es merecido. Mejorando en casi todos los aspectos al equipo de la temporada pasada; en consistencia defensiva, en parte gracias - como suele ocurrir a menudo en éstos casos - a la casualidad de la lesión de Carvalho, que llevó a Sergio Ramos al centro de la defensa, y que ha formado desde entonces con Pepe una pareja sólida, físicamente fuerte y de mucha intensidad. Con más presión en campo rival y recuperando el balón más arriba que en la pasada campaña, especialmente en el primer tramo de la temporada, dónde se vio el mejor juego de la etapa Mourinho. Y también - y ya era difícil - con más pegada en ataque. Unos estratosféricos 115 goles - a falta de dos partidos, y superando el récord absoluto de la temporada 89/90 con Toshack de 107 - así lo certifican. Un equipo plagado de jugadores con gol: Cristiano Ronaldo, Higuaín y Benzemá ya son tres delanteros de primer nivel, pero si le sumamos los goles de Di María, de Özil, incluso de Kaká, de Callejón, de Marcelo o de Sergio Ramos...mucho, mucho peso. Méritos que, unido a la concentración y la motivación que caracteriza a los equipos entrenados por el técnico portugués, han mantenido al equipo blanco en la cima ininterrumpidamente desde la jornada 11.
Y eso que, cuando llegó el tramo decisivo, cuando llegó la Liga de Campeones y el Barça apretó, las diferencias se redujeron hasta el punto de tener que jugarse buena parte de las opciones del título en el Camp Nou. Pero ahí, como en otros momentos críticos de la temporada, la figura de Cristiano Ronaldo ha sabido sostener a su equipo con goles decisivos. Ha sido para mí el jugador más determinante de ésta Liga, y sus logros harán que la disputa del Balón de Oro con Messi vaya a estar más reñida que nunca éste año. A él, como a Mourinho, se le contrató para ganar a toda costa, tal vez a cambio de perder otras cosas tan ligadas a la cultura merengue, y que han traído tanta polémica. Ahora lo han conseguido, y lo que toca es, como corresponde, ir a celebrar el título con esa diosa que espera con ansias cada año los títulos del Real Madrid. Que lo disfruten.
Desafortunadamente para Messi, Cristiano tiene a su favor que juega la Eurocopa. Si en ella Portugal hiciera un buen papel con Cristiano a la cabeza, sería muy dificil que Messi ganara otro año más el balón de oro. Pero bueno, para mí lo siguen mereciendo muchos otros como Xavi o Casillas, que año tras año se quedan a las puertas pero muy lejos de Messi o Crisitano, que a la hora de la verdad, no lucen lo que deberían con sus selecciones.
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