La plantilla del Racing de Santander cumplió su amenaza de no jugar la vuelta de los cuartos de final de la Copa del Rey. Y es que la historia de este club histórico en los tres últimos años es una pesadilla: millonarios fantasma, sospechas de amaño, impagos, mentiras...
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"Y en Santander, ni rastro de inversiones...ni del indio (y hago un esfuerzo por decirlo en el buen sentido)".
esde que en 2011 el empresario indio Ali Syed se hizo con la mayoría accionarial del Racing, todo en el club ha sonado a chufla. Con promesas de inversiones millonarias y fichajes estratosféricos, la cosa comenzó a oler mal cuando al poco de llegar se destaparon noticias preocupantes por este personaje, y la empresa que gestionaba, Western Gulf Advisory. Estafas múltiples, blanqueo de dinero, y relaciones con traficantes de armas son algunas de las noticias aparecidas en diversos medios internacionales. Una perla, vamos.
Y en Santander, ni rastro de inversiones, ni de fichajes...ni del indio este (y hago un esfuerzo por decirlo en el buen sentido). Un club sin rumbo, que acumula dos descensos consecutivos y ocho entrenadores en dos temporadas y media. Ya se sabe, para despedir no hay crisis. Tiene la taquilla embargada por sus acreedores, y no paga a los jugadores desde hace 6 meses, lo que ha acabado por colmar el vaso de la plantilla. Se han plantado y con razón, hartos de que les tomen el pelo. Y con un apoyo de la afición como pocas veces visto. Con un par.
Claro que de comer aparte merece el presidente designado, el señor Ángel Harry Lavin, que por lo visto tiene un apodo muy bien traído. Bajo sospecha de amaño la temporada pasada, no parece el tipo que mejor huela, precisamente. Tiene la poca vergüenza de prometer a los jugadores que van a cobrar - si, de los fondos de emergencia de la RFEF y AFE - porque para soltar la guita que es lo que tiene que hacer, ni está, ni se le espera. Monta el numerito de las bufandas para sacar un dinerillo que no esté sujeto a embargos, que prefiero no pensar en qué se hubiese gastado. Poco importa el ridículo de una institución con mas 100 años de historia, ni estar al borde de la desaparición. Y entre risa y risa, se aferra a un puesto contra viento y marea, la presión social...que digo yo que algo bueno le tiene que reportar - cada uno que imagine lo que quiera - pero evidentemente no tiene nada que ver con las satisfacciones de un racinguista.
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