La historia de Matthias Sindelar (Kozlov, 1903-1939) es una de tantas y tantas de futbolistas cuya trayectoria quedaría profundamente marcada por los sucesos acontecidos en la Segunda Guerra Mundial. Nacido en una familia judía de origen checo, su padre, herrero de profesión, se trasladó a Viena en 1906 en busca de trabajo. Fue en aquellas calles donde el pequeño Matthias comenzaría a dar sus primeras patadas a un balón.
Con tan sólo 15 años, fichó por el Hertha de Viena, para luego dar el salto al Austria de Viena en 1925, único club profesional de su carrera, y con el que conquistó tres Copas de Austria en sus tres primeras campañas. Cuentan las historias que Sindelar era un delantero elegante, técnico y resolutivo, pero también tremendamente correcto y deportivo, ganándose el apodo de Mozart por su clase y elegancia. Un año más tarde de su debut con su club, jugó su primer partido con el combinado austriaco, dónde marcaría una época. Bautizado como Wunderteam (equipo maravilloso), Austria vivió su edad dorada a comienzos de los años 30, que le llevarían a jugar las semifinales del Mundial de 1934, donde caería ante la campeona Italia por la mínima, y a la medalla de plata en las Juegos Olímpicos de Berlín, dos años más tarde y ante el mismo verdugo. Un éxito que aún hoy no ha sido superado por el país centroeuropeo. Sindelar ya era considerado por muchos como el mejor delantero de Europa del momento y uno de los mejores de todos los tiempos, e incluso llegó a hablarse de un posible interés del Manchester United por hacerse con sus servicios, traspaso que nunca llegó a producirse.
Matthias Sindelar, a la izquierda. |
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