Noah, con un "par de bolas".
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Supongo que cómo todo español aficionado al deporte, el fin de semana pasado me sorprendió el artículo aparecido en el diario Le Monde del ex-tenista francés Yannick Noah, en el que acusaba al deporte español de dopaje generalizado. En España ha habido casos de dopaje en los últimos años, si, sobre todo dos operaciones - Puerto y Galgo - que han levantado mucha polvareda mediática. Pero de ahí a meter a todos los deportistas españoles en el mismo saco, va una abismo.
Pensar que Lorenzo o Pedrosa le meten nandrolona a sus motos para que vayan como rayos, o que Alonso ganó sus campeonatos del mundo por la eritropoyetina que le enchufaba a su Renault - curiosidades del destino, equipo francés - parece un chiste. O que si Xavi o Iniesta tocan el balón de esa manera es gracias al clembuterol que se desayunan cada mañana (Pregunta al aire: ¿llegarían Xavi, Iniesta, Silva o Jesús Navas al 1.90m con alguna "pirula" de las que alude el amigo Noah?). En fin, el caso es que meter en el saco de los tramposos a deportistas honrados y con talento, es muy injusto. Y sin poner la mano en el fuego por nadie, mientras no se demuestre lo contrario, todos los deportistas son honrados. Además los nuestros, le fastidie a quien le fastidie, tienen talento. España es un país que por cosas de la dictadura, vivió durante décadas más atrasado que otros cómo por ejemplo Francia, y por tanto su desarrollo a todos los niveles ha sido más tardío. Son las generaciones de los ochenta en adelante, que disfrutamos de mejor nivel de vida y mejores instalaciones deportivas, las que están obteniendo los mejores resultados.
Se ve que para algunas personas como Noah, eso es difícil de digerir. Supongo que es la misma sensación que tienen todos esos infelices que abuchean a Rafa Nadal cada año en Roland Garros. Ver que tu vecino "pobre" se pone deportivamente a tu nivel y te supera en muchos de ellos, parece que no lo superan. Y todo se agrava por el momento deportivo que está viviendo Francia desde hace tiempo; llevar la friolera de veintiocho años sin ganar Roland Garros o veintiséis sin ganar un Tour de Francia, son espinas profundas clavadas en el deporte francés. Y la última afrenta, la superioridad manifiesta de España en la final del Europeo de baloncesto el pasado mes de Septiembre. Pero lo fácil para calmar las frustraciones propias es atizar a lo ajeno, acusar de tramposo al que te gana cómo hacen los perdedores, en lugar de ser un poco más autocrítico. Y por supuesto, proclamar a los cuatro vientos que esa es la verdad absoluta y autodenominarte héroe porque, según tu, "eres el único con valor para decirlo".
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No veas si he discutido esta semana por aquí con mis compañeros franceses. Pufff. Yo siempre defiendo que como poción mágica, la única que hay es el Cola Cao. ;)
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