Ibrahimovic y Guardiola, en un
entrenamiento.
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Desde que Zlatan Ibrahimovic se marchó del Barça al Milán hace ya más de un año, no ha parado de hacer declaraciones de su etapa en el club azulgrana, y especialmente, de su mala relación con el entrenador, Pep Guardiola. En su biografía que se publicará próximamente, el sueco da algunos detalles más que ocurrieron en esa época y que vuelven a poner de manifiesto sus diferencias con el técnico. Uno diría que entonces, el jugador debería estar contento por haber dejado atrás esa etapa, pero lo cierto es que, leyendo entre líneas, a mi me parece que hay más bien frustración y resentimiento. Frustración, porque el Barça es en estos momentos uno de los equipos más apetecibles para cualquier futbolista; y resentimiento, porque entiende que en el Barça no se le dio la posibilidad de triunfar cómo él hubiera deseado.
No hace falta ser un lince para darse cuenta de que Guardiola e Ibrahimovic son como la noche y el día, y que el sueco, a pesar de su calidad, no encajaba con la personalidad del técnico ni tampoco en el perfil que el Barça viene buscando tanto fuera cómo dentro del campo. Sin embargo, aparentemente, sí que encajaba mejor con Mourinho - del que habla maravillas - pero se olvida de que éste lo vendió al Barça y no hizo nada por retenerlo. Y sabemos cómo es Mourinho; si hubiese considerado al delantero cómo realmente importante, lo hubiese retenido, seguro. ¿Por qué lo vendió?. Sospecho que el portugués también se dio cuenta de que a Ibrahimovic se le da mejor usar la cabeza para rematar los centros desde la banda, que para otros menesteres.
No fue un problema con Guardiola, sino su poco compañerismo, su individualismo y su ego, los los que le hicieron abandonar el Inter justo antes de ganar la Champions, o luego no encajar en el equipo azulgrana, e irse al Milán justo antes de que el Barça se llevara su segunda en tres años. Es su cabeza la que le hace estar siempre en el bando equivocado, porque los entrenadores no lo ven como imprescindible, a pesar de su indiscutible talento. Pero claro, el sueco es, cómo la mayoría de las grandes estrellas de éste circo, un tipo con mucho ego, y el no haber podido triunfar en uno de los mejores equipos del momento es una herida demasiado grande para su orgullo. No va a reconocer sus errores porque sabemos que tiene problemas con la "filosofía", así que paga sus frustraciones con el que más le conviene, y como era de esperar, no de una manera muy elegante.
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