Con un ritmo altísimo, eléctrico, rápido y combinativo, el Borussia acabó goleando al Real Madrid en la ida de la segunda semifinal de la Liga de Campeones. Con un nombre por encima de todos: el del polaco Robert Lewandowski que ha firmado los cuatro goles del conjunto alemán y ha sido la gran pesadilla del conjunto blanco.
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"Resulta sorprendente como el Borussia Dortmund puede ser ordenado con tanta agitación, tanta velocidad en cada acción".
n realidad la eliminatoria había comenzado hace ya dos días en las salas de prensa, entre dos maestros en esto del lenguaje mediático. Klopp, personaje donde los haya, hizo un llamamiento a su afición aprovechando el polémico anuncio del fichaje de una de sus estrellas, Mario Götze, por el Bayern de Münich. De lo que podría haber sido un elemento desestabilizador, inventó un elemento de exhaltación, de esos que acercan la grada al césped. Y arropado por un ambiente fantástico, el Borussia planteó un partido totalmente diferente al que vimos ante el Málaga, con un ritmo tremendo desde el primer minuto, con combinaciones rápidas en pocos toques para hacer daño arriba, dejando una sensación de peligro casi continua. Nueve minutos le bastaron a Lewandowski, gran protagonista de la noche, para hacer el primero tras un desmarque inteligente a la espalda de Pepe al rematar un centro desde la izquierda.Sorprende por otra parte, siendo otro maestro motivador como Mourinho, que el Madrid apareciera en el partido tan apocado. Obligado por la presión del rival, cometió demasiados errores en la circulación, y eso que la presencia de Modric en el once parecía a priori un factor que podía contrarrestar eso, pero el croata tuvo poco peso en el partido. Ozil, desaparecido buena parte del juego, y desacertado en el resto, dejó desasistido a su principal socio, Cristiano Ronaldo. Sólo un error de Hummels (vaya noche la del central que cometió numerosos errores en la salida de balón) permitió al portugués empatar el partido, aprovechando la cesión de Higuaín. Mucho botín al descanso para lo visto.
En la segunda mitad, el Borussia elevó aún más el ritmo y tuvo un peculiar control del juego; resulta sorprendente como un equipo puede ser extrañamente ordenado con tanta agitación, con tanta velocidad con cada acción, pero siempre dando la sensación de dominar el partido. Lewandowski volvió a ser el gran protagonista con tres tantos más - merece la pena ver repetido el tercero, con una preciosa maniobra en el área pisando el balón para luego clavarla en la escuadra, mezcla de sutileza técnica y contundencia - erigiéndose en el brazo ejecutor de un Real Madrid sobrepasado por un ritmo que no esperaba, tan eléctrico, tan mortal, tan efectivo.
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