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sábado, 21 de diciembre de 2013

Para despedir entrenadores no hay crisis

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Los últimos en irse, Pepe Mel y Djukic. Sorprende por la situación económica de Betis y Valencia. Quizás forme parte de nuestra cultura futbolística. Sea como sea, ya es hora de reflexionar un poco y que nos tomen por tontos, que ya parece deporte nacional.
Q
"Aquí rara vez se valora el trabajo, la búsqueda de un estilo. Se tiene paciencia cero y así nos va".
ue me lo expliquen. Con la deuda tan disparatada que tiene el Valencia, se permite el lujo de despedir a Djukic. Dos millones por 5 meses de trabajo, vaya chollo. Y el Betis, hasta hace dos días en concursal, despide a Mel por malos resultados cuando aún no se ha llegado ni al ecuador de la temporada. No cuentan ni haber subido al club a Primera, ni haberlo puesto en Europa, con un fútbol más que atractivo. Cuando un tipo acumula tantos méritos, mal entrenador no puede ser, digo yo. ¿Entonces?.

La afición verdiblanca se expresó con claridad a favor de Mel, lo que me lleva a pensar que esta tendencia tan española de pagarlo con el de siempre no es propia, sino inculcada. Aquí rara vez se valora el trabajo, no hay búsqueda de un estilo, ni se cree en una determinada forma de trabajar. Se tiene paciencia cero y así nos va. Sobre todo, porque la manía cuesta a nuestro fútbol millones y millones de Euros. Todo esto sería sólo una anécdota si no significara que luego hay clubes no pagan a hacienda, reciben subvenciones dudosas o aplazan pagos indefinidamente a bancos a los que luego tenemos que rescatar. Los ejemplos de Betis y Valencia son sólo dos pequeñas muestras del despilfarro absurdo - incluso en situaciones económicas tan límite - entre muchos otros que llevan años ocurriendo, y muchos más que seguro ocurrirán.

Pero ya es hora de cambiar la tendencia y acabar con los falsos mitos. "Entrenador nuevo, victoria segura", no es nada comparado con la planificación, el trabajo de un club en busca de una identidad a largo plazo. Y eso lo consigue la confianza en un entrenador que encaje en esa identidad. Ya está bien de tapar con un despido planificaciones desastrosas que, tristemente por aquellas cosas de este país, nos acaban jodiendo a todos. 

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