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viernes, 8 de febrero de 2013

El carnicero de Bilbao y el principio del fin de Maradona

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El paso irregular de Maradona por el F.C Barcelona tuvo tal vez una imagen, y un nombre por encima de todos: el del central del Athletic, Andoni Goikoetxea. Una escalofriante entrada que dio al traste con las aspiraciones de aquél Barça de Menotti, y que supuso el principio del fin del astro argentino en Barcelona.
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"La esperanza del barcelonismo se rompió aquella tarde a la par que se rompían los ligamentos del tobillo de Maradona".
l 23 de Septiembre de 1983, el Barça y el vigente campeón, el Athletic de Clemente, se enfrentaban en el Camp Nou. Maradona recoge un balón en medio campo sin aparente peligro, pero un obús vestido de rojiblanco le cercena el tobillo; tacos de aluminio arriba, impactan sobre el pie apoyado del argentino, que queda tendido en el suelo: "me rompió todo." - gritaba. La prensa se hizo eco de la brutal entrada, y apodó al central del Athletic como el carnicero de Bilbao, el mismo que había lesionado de gravedad a Schuster un año antes.

Corría entonces la segunda temporada del Pelusa en Barcelona; tras una primera irregular, marcada por una hepatitis que le permitió disputar poco más de la mitad de los encuentros, pero que dejó un cierre de campaña espectacular: doble victoria ante el Madrid en la final de Copa del Rey y Copa de la Liga. Y el Bernabéu, puesto en pie tras aquél giro de tobillo majestuoso que estrelló a Juan José contra el palo en la misma línea de gol. La esperanza de un barcelonismo que veía como se volvían a acumular demasiados años sin Liga, se rompió aquella tarde, a la par que se rompían los ligamentos del tobillo de Maradona. Y también la paciencia de Núñez, incapaz de soportar que su inversión más millonaria volviera a pasar la mitad de la temporada en blanco, y mostrara una vida fuera de los terrenos de juego que ya comenzaba a torcerse.

El Barça sólo pudo ser tercero en Liga, mientras el Athletic revalidaba título. Y el astro aún tardaría casi cuatro meses en volver a jugar. A tiempo, sin embargo, para volver a una final de Copa, y reencontrarse con su verdugo, que una vez más volvió a salir vencedor de la contienda. Con un solitario gol de Endika, el Barça volvía a estrellarse contra el muro y un Maradona frustrado por su malograda venganza la emprendió a golpes con varios jugadores bilbaínos. El incidente produjo una auténtica batalla campal en pleno césped que acabó con algunos heridos. El argentino fue sancionado por otros tres meses para la siguiente temporada, y aquella fue la gota que colmó el vaso de la paciencia de Núñez, que decidió aceptar la multimillonaria oferta del Nápoles y traspasar a Maradona al fútbol italiano. A Goikoetxea, en cambio, aquella entrada le valió una sanción de 18 partidos (luego se redujo a 7) y una fama de duro le persiguió durante toda su carrera. Aún hoy le recuerdan que fue él quien lesionó a Maradona, y quien sabe, si con ello cambió totalmente la historia del argentino en el club azulgrana.

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