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miércoles, 21 de noviembre de 2012

Di Stéfano, la leyenda de la Saeta Rubia

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Alfredo Di Stéfano Laulhé (Buenos Aires, 1926) se ha convertido por méritos propios en una de las figuras más legendarias de éste deporte. Para muchos, especialmente los que concidieron en tiempo, el mejor de siempre. Pocos hubieran imaginado que aquél muchacho argentino, semidesconocido en España pero que llegaba a nuestro país en medio de una de las polémicas más sonadas de nuestro fútbol, iba a convertir al Real Madrid en el club más laureado del siglo XX.
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"Definir a Di Stéfano como un simple delantero sería injusto, calificarlo como centrocampista, quedarse corto. Probablemente el futbolista más completo hasta la fecha.".
uede que la sonoridad mediática que precedió la llegada de Di Stéfano al fútbol español, o la importancia que tuvo su fichaje lleven a equívoco; la gran mayoría de aficionados de su época coinciden en que el argentino no era un gran conocido entre el gran público. De hecho, la única imagen en España, y sólo para unos pocos, un amistoso entre Real Madrid y Millonarios de Bogotá, dónde Di Stéfano impresionó, fue suficiente para que Santiago Bernabéu se obsesionara con su fichaje. Un traspaso rocambolesco y polémico que sirvió para cambiar el curso de la historia.

Formado en las inferiores de River Plate, con tan sólo 17 años debutó en la Primera División argentina. Era la década dorada de los 40 para los millonarios, en los que el equipo conocido como La Máquina dominaba el fútbol argentino. Sin sitio, el pibe marchó cedido a Huracán en 1946, dónde cuajó una temporada muy notable al anotar 11 tantos en 24 partidos. Aquello le valió el regreso a las filas de River y un puesto en el once, por lo que en las siguientes tres temporadas, Di Stéfano comenzaría a forjar la leyenda de La Saeta Rubia, como fue apodado por la prensa de su país: 53 tantos en 71 partidos y debut con la albiceleste. Ya en 1949, una huelga de futbolistas en Argentina provocaría un gran viraje en su vida. El primero. La mala situación económica hizo que muchos futbolistas emigrasen a Colombia, donde los sueldos para los futbolistas eran mucho más altos. Así, Di Stéfano cerró etapa en su país de origen con dos campeonatos de Liga (1945 y 1947), y una Copa América (1947) en la mochila, y se enroló en las filas de Millonarios de Bogotá en 1949, en un fichaje que se encontraba fuera del marco legal de la FIFA, factor que luego fue decisivo.

Habilidoso, rápido, liviano, manejaba bien ambas piernas y remataba de cabeza; definir a Di Stéfano como un simple delantero sería injusto, o calificarlo como un centrocampista sería quedarse corto. Era un futbolista de un tremendo recorrido, capaz de bajar a recibir, asociarse con sus compañeros y tener los números de un auténtico nueve. Probablemente el futbolista más completo hasta la fecha. Por eso no es de extrañar que Real Madrid y Barcelona se pelearan por su fichaje aquél verano de 1953, pero lo que pocos sospechaban es lo que vendría después. A la llegada de Di Stéfano a España, el Barça de las 5 Copas - con Kubala al frente - dominaba el fútbol español y europeo. Era aún la época de la Copa de Ferias, precursora de la Copa de Europa. Con el jugador argentino, Bernabéu consiguió el golpe de efecto que buscaba, y el Real Madrid se llevó 8 de las 10 Ligas siguientes, junto a una Copa del Generalísimo. Pero sin duda, lo que más profundamente marcó la trayectoria de Di Stéfano fueron las 5 Copas de Europa, que el conjunto blanco se llevó en sus 5 primeras ediciones - entre 1955 y 1960 - y que aún hoy, son el principal activo de la leyenda del club. Formando un equipo formidable, con figuras como Puskas, Gento, Kopa o Rial entre otros, el Real Madrid se convirtió en una escuadra imparable, que sumó además una Intercontinental (1960), dos Copas Latinas (1955 y 1957), y un Mundialito de Clubes (1956).

Si bien sólo un lunar puede ponerse a su carrera, y es que el capricho de la fortuna quiso que nunca llegara a disputar un Mundial, pese a haber jugado con tres selecciones diferentes (Argentina, Colombia y España). Su país natal no se clasificó para las ediciones de 1950 ni 1954, como tampoco lo hizo España en 1958. En 1962, pese a estar convocado por Helenio Herrera, una lesión en los partidos preparatorios le impidió jugar, y aunque hizo el viaje junto al resto del equipo, no llegó a disputar ni un sólo minuto. Tampoco tuvo suerte en la Eurocopa de 1960, en la que tras un buen comienzo, España quedó descalificada por la decisión de Franco de no permitir al equipo viajar a Moscú, para enfrentarse a la Unión Soviética en el enfrentamiento de cuartos (recordar que la Eurocopa por entonces se disputaba a doble partido y sin sede única hasta semifinales). Había debutado con la casaca roja en 1957 ante Holanda (partido en el que hizo un hat-trick), y llegó a disputar 31 partidos con 23 goles en su haber, convirtiéndose en el máximo goleador de la historia de la Selección hasta el momento. No fue hasta 1990 que Butragueño - al que curiosamente hizo debutar él mismo en Primera División - le quitó ese récord.

Uno de las anécdotas más contadas en la vida del argentino se produjo el 20 de Agosto de 1963, mientras el Real Madrid disputaba el Mundialito de Clubes, en Caracas. Dos policías se presentaron en el hotel de concentración e invitaron a Di Stéfano a acompañarles a comisaría. Durante el trayecto, le revelaron que eran miembros del Frente de Liberación Nacional de Venezuela, y que aquello era un secuestro por motivos políticos. El futbolista fue retenido durante dos días, con la consiguiente conmoción del mundo del deporte, aunque afirma que fue bien tratado; a pesar de ello, tras ser puesto en libertad, organizó una rueda de prensa para anunciar que se encontraba bien, y pudo observar como entre los asistentes se encontraba uno de sus secuestradores - algo que disimuló y no contó hasta años más tarde.

Tras caer derrotado ante el Inter de Milán en la final de Copa de Europa de 1964, el presidente blanco, Santiago Bernabéu, decide que los días de futbolista de Di Stéfano llegan a su fin, y le ofrece un contrato para quedarse "de cualquier cosa" en el club; esto molesta al jugador, que decide marcharse al Espanyol para seguir jugando, durante dos temporadas más, antes de colgar las botas. Cierra su brillante carrera con 510 tantos en 698 partidos, cinco trofeos Pichichi, y dos Balones de Oro.

Tras retirarse, Di Stéfano se convierte en entrenador, y entre sus méritos figuran una Liga que consigue con el Valencia en 1971, dos títulos argentinos con Boca y River, o hacer debutar a la Quinta del Buitre durante su etapa en el Real Madrid (1982-1984). El club blanco supo reconocer la trayectoria de éste genio del balón otorgándole la Presidencia de Honor en el año 2000, un reconocimiento merecido para un futbolista que dejó una de las huellas más profundas e imborrables en nuestro fútbol, elevando al Real Madrid a los altares de la leyenda.

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