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jueves, 26 de julio de 2012

La última sinfonía de Matthias Sindelar

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La historia de Matthias Sindelar (Kozlov, 1903-1939) es una de tantas y tantas de futbolistas cuya trayectoria quedaría profundamente marcada por los sucesos acontecidos en la Segunda Guerra Mundial. Nacido en una familia judía de origen checo, su padre, herrero de profesión, se trasladó a Viena en 1906 en busca de trabajo. Fue en aquellas calles donde el pequeño Matthias comenzaría a dar sus primeras patadas a un balón.

Con tan sólo 15 años, fichó por el Hertha de Viena, para luego dar el salto al Austria de Viena en 1925, único club profesional de su carrera, y con el que conquistó tres Copas de Austria en sus tres primeras campañas. Cuentan las historias que Sindelar era un delantero elegante, técnico y resolutivo, pero también tremendamente correcto y deportivo, ganándose el apodo de Mozart por su clase y elegancia. Un año más tarde de su debut con su club, jugó su primer partido con el combinado austriaco, dónde marcaría una época. Bautizado como Wunderteam (equipo maravilloso), Austria vivió su edad dorada a comienzos de los años 30, que le llevarían a jugar las semifinales del Mundial de 1934, donde caería ante la campeona Italia por la mínima, y a la medalla de plata en las Juegos Olímpicos de Berlín, dos años más tarde y ante el mismo verdugo. Un éxito que aún hoy no ha sido superado por el país centroeuropeo. Sindelar ya era considerado por muchos como el mejor delantero de Europa del momento y uno de los mejores de todos los tiempos, e incluso llegó a hablarse de un posible interés del Manchester United por hacerse con sus servicios, traspaso que nunca llegó a producirse.

Matthias Sindelar, a la
izquierda.
En 1938, la invasión nazi llegó a Austria, como a buena parte de Europa. El nuevo régimen concertó un partido de "bienvenida" entre austriacos y alemanes, en el que se esperaba que el conjunto austriaco no planteara demasiada oposición al combinado teutón. Por supuesto, Sindelar fue convocado a aquél encuentro, y mostró abiertamente su rechazo a las autoridades germanas al convertirse en el gran artífice de la victoria de Austria por 2-0 sobre Alemania, anotando uno de los tantos, que celebró efusivamente ante la mirada de los dirigentes. Sería la última gran sinfonía del Mozart del fútbol. Tras aquello, la Gestapo siguió de cerca su comportamiento, llegándolo a acusar de simpatizante judío, agravado por las continuos oídos sordos del futbolista a la llamada para jugar en la selección de Alemania. Finalmente, el 23 de Enero de 1939, Matthias Sindelar, el mejor futbolista austriaco de todos los tiempos, fue hallado muerto en su apartamento de Viena junto a su novia, Camilla Castagnola, también de origen judío. La versión oficial hablaba de inhalación de monóxido de carbono como causa de la muerte, que fue rápidamente atribuida a un suicidio. Sin embargo, conocidos los hechos que acontecieron en aquella época nefasta, ya nadie pone la mano en el fuego. Aquello nunca fue esclarecido, y sea como fuere, así se marchó con sólo 36 años un gran futbolista y un héroe en su país; sus 27 goles en 44 partidos internacionales, su juego elegante, y su oposición al régimen invasor, le valieron para ser elegido mejor deportista de Austria en el Siglo XX.

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